Científicos del Reino Unido estudian las maneras de reducir o controlar los episodios de dolor posteriores.
Científicos del Reino Unido estudian las maneras de reducir o controlar los episodios de dolor posteriores
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Un equipo multidisciplinario de investigadores del Reino Unido desarrolló una diana terapéutica dirigida a contrarrestar el dolor asociado a las lesiones por quemaduras, uno de los desafíos médicos más importantes actualmente. Se trata de un estudio que pretende bloquear la conexión entre nociceptores y la médula espinal para así inhibir la transmisión de información sobre dolor en el cerebro, y de esta manera, reducir su sensación.
Para hacerlo, el equipo implementó la aplicación en ratones de protoxina II (ProTxII), un compuesto extraído del veneno de la tarántula peruana (Thrixopelma pruriens) que bloquea el canal de sodio Nav 1.7, actuando como interruptor del dolor en el cerebro y generando un efecto similar al de la morfina.
La investigación, publicada por la revista Journal of Molecular Medicine, explica que el bloqueador Nav1.7 Protoxina II (ProTxII), inyectado, por vía intraperitoneal 15 minutos antes o después de la lesión, reduce significativamente la regulación espinal inducida por las quemaduras en la serina 10 fosforilada en histona H3 y la quinasa regulada por señal extracelular fosforilada 1/2, que son ambos marcadores para el procesamiento nociceptivo espinal. “Además, ProTxII reduce significativamente la frecuencia de corrientes postsinápticas excitatorias espontáneas en neuronas del asta dorsal espinal después de una lesión por quemaduras”, dice el ensayo.
El estudio estuvo encabezado por integrantes del Imperial College London, bajo la dirección del doctor Istvan Nagy. La mayor parte de los experimentos fueron realizados en el Chelsea and Westminster Hospital, en el Instituto de Fisiología de la Academia Checa de Ciencias y en la Charles University de Praga.
Con todo, el estudio advierte que esta metodología aún no es apta como estrategia terapéutica en personas (con compuestos modificados, en lugar de ProTxII, que no es compatible con los humanos), pero se espera que esta diana pueda ser la puerta hacia el desarrollo de un fármaco que, en menos de una década, permita hacer frente efectivamente a esos dolores que en algunos pacientes con quemaduras se extienden durante hasta diez o quince años después de la lesión. “La falta de un tratamiento eficaz del dolor en pacientes con quemaduras puede conducir a consecuencias a largo plazo que incluyen el desarrollo de ansiedad, depresión, trastorno de estrés postraumático y dolor crónico”, dice el ensayo.
Si bien hasta el momento ha habido múltiples avances orientados a la supervivencia del paciente con quemaduras, lo que se ha traducido en una mayor esperanza de vida para quienes padecen estas lesiones (sobre todo en países desarrollados), los científicos que formaron parte del estudio llaman la atención sobre el atraso que, en contraste, ha habido en el desarrollo de métodos para enfrentar este dolor.
Datos publicados en 2017 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) revelan que cada año 180 mil personas mueren en el mundo producto de quemaduras. Según el organismo, en 2004, casi 11 millones de personas de todo el mundo sufrieron quemaduras lo suficientemente graves para requerir atención médica.
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