El diagnóstico de la amiloidosis cardíaca en el último tiempo ha suscitado un mayor interés clínico a nivel global. La existencia de una prevalencia mayor a la pensada, el empleo de imágenes que pueden suplantar a la biopsia endomiocárdica y la disponibilidad de opciones terapéuticas que mejoran el pronóstico de la patología, están detrás del cambio. Aunque un trabajo reciente se encarga de determinar que el grado de sospecha de esta condición aún no es el óptimo entre médicos y médicas que trabajan en Latinoamérica. Concluye que se necesitan medidas que eleven la alerta entre los profesionales y faciliten la detección temprana y el tratamiento oportuno de estos pacientes.

La información surge de dos encuestas y fue publicada en la revista Journal of Nuclear Cardiology por el grupo de investigación AMILO-LATAM. Una iniciativa conformada por especialistas en imagenología cardíaca de diferentes países de América Latina. Buscan, entre otras cosas identificar la necesidad de recursos tecnológicos, de entrenamiento profesional o educación médica, para un mejor abordaje clínico de la amiloidosis cardíaca en la región.

Algunos números que reflejan el bajo nivel de sospecha clínica

Las encuestas anónimas fueron distribuidas en 21 países durante el período comprendido entre los meses de mayo y julio de 2021. Una de ellas hizo foco específicamente en el grado de conocimiento de la amiloidosis cardíaca por transtiretina. Se trata de un trastorno más frecuentemente visible en edades avanzadas y que a nivel global viene incrementando su prevalencia. Esto ocurre de la mano del aumento en la expectativa de vida. Alrededor de 406 participantes de distintas especialidades -65% eran cardiólogos y 17% médicos generales o de familia- accedieron a responder al primer grupo de preguntas. En su mayoría, la información provino de México y Argentina (55% del total sumando ambos países).

Un 47% de los encuestados manifestó que su conocimiento de la enfermedad era intermedio y probablemente insuficiente. La mayoría (74%) creía que que la frecuencia de aparición de amiloidosis cardíaca en adultos añosos resulta baja. Además, se observó que entre quienes se dedican a la cardiología es menos común asociar a la enfermedad con la edad avanzada (18% versus un 45% registrado en médicos generales).

En pacientes que presentan insuficiencia cardíaca con fracción de eyección preservada, y además se encuentran en edades avanzadas, solo un 53% del total de los interrogados buscaría siempre diagnosticar amiloidosis cardíaca. Un 73% continuaría con el algoritmo diagnóstico en caso de obtener un ecocardiograma transtorácico con hipertrofia ventricular izquierda y un electrocardiograma discordante con bajos voltajes. El estudio más pedido a continuación sería la resonancia magnética cardíaca (43%), seguido de la gammagrafía cardíaca (38%) y la cuantificación de cadenas livianas (16%).

Bajo empleo de herramientas diagnósticas útiles en amiloidosis cardíaca

Latinoamérica parece tener centros sanitarios equipados pero infrautilizados en el diagnóstico de amiloidosis cardíaca. Según reveló una segunda encuesta de la iniciativa AMILO-LATAM, la mayoría de los profesionales que participaron tienen acceso a estudios de gammagrafía cardíaca en su lugar de trabajo. Pero alrededor de un 65% de ellos manifestó no haber solicitado dicho procedimiento durante el año previo a la consulta. En el artículo, los integrantes de AMILO-LATAM expresaron su conocimiento: “Es evidente que eso no concuerda con la prevalencia que se estima que tiene la enfermedad en América Latina”.

El haber determinado en la región el grado de conocimiento e interés por la patología resulta un primer paso para el grupo de investigación. Aclaran que lo observado parece ser un fenómeno global y citan a un estudio reciente que en Suiza arrojó resultados similares. Ahora ven como crucial iniciativas que lleven a médicos y médicas a considerar más frecuentemente a la amiloidosis cardíaca como una posibilidad diagnóstica. Los pasos siguientes para AMILO-LATAM están relacionados con la diseminación del conocimiento a través de actividades educativas y la implementación de guías y protocolos que permitan un manejo basado en la evidencia. “Se necesita concientizar a los profesionales para dar con mejores resultados en los pacientes”, concluyen en el artículo.