La esporotricosis está lejos de ser una patología nueva, habitualmente misteriosa o, incluso, fatal. Pero así ha sido presentada en algunos medios de comunicación últimamente. Y aunque ahora cause sorpresa la aparición de un caso clínico en Chile, las estadísticas señalan desde hace décadas miles de personas afectadas en países de América Latina. Por otro lado, el rol de los gatos en la transmisión del hongo responsable al humano era algo ya conocido antes de la aparición de las redes sociales.

Pero el mensaje sensacionalista, o clickbait, ha calado hondo en Instagram, o en TikTok. A tal punto de que su viralidad se ha transformado en preocupación en usuarios de redes sociales y dueños de dichas mascotas. Afortunadamente, varios profesionales de la salud humana y animal se han encargado de llevar un poco de tranquilidad desde sus cuentas. La esporotricosis transmitida por gatos es una zoonosis emergente, pero para nada nueva. Las formas severas son poco frecuentes y generalmente se limitan a personas con algún grado de inmunodepresión. Y, por supuesto, la patología tiene tratamiento. Los humanos y los gatos responden al empleo de antifúngicos.

Las esporotricosis transmitida por gatos no es una enfermedad nueva

El primer caso de esporotricosis fue publicado en 1898 por Benjamin Schenck, un estudiante de medicina de los Estados Unidos. Desde entonces aparece frecuentemente mencionada en los textos como “la enfermedad de los jardineros”. Esto es debido a que aparece en personas que manipulan plantas con espinas. Pero tampoco resulta novedoso el agente etiológico que ahora genera dificultades en gatos y seres humanos. Hay registros que indican que el hongo Sporothrix brasiliensis circulaba ya en la región desde la década de 1980. Aunque es cierto que en el último tiempo el patógeno ha incrementado notoriamente su participación en las estadísticas.

La esporotricosis transmitida por gatos cobra mayor notoriedad en el año 2000. Y es a partir de reportes que tienen como epicentro a Brasil. Actualmente, en ese país resulta un conocido problema de salud pública. Existen estadísticas que señalan alrededor de 12.000 casos solo en Río de Janeiro para el período 2000-2017. Pero la enfermedad se encuentra extendida en al menos diez estados brasileños. Además, desde hace unos años el hongo ha sabido traspasar fronteras. En América Latina ya se han reportado casos en Argentina, Paraguay, Bolivia, Colombia, Panamá y Chile, entre otros.

No suele ser una patología fulminante

La esporotricosis ha sido retratada en algunos sitios como una enfermedad fulminante. Pero en la mayoría de los casos suele tener un curso clínico indolente, caracterizado por un compromiso linfocutáneo. Las formas severas y generalizadas de la enfermedad pueden ocurrir en pacientes que presentan inmunodepresión.

En aquellos infectados inmunocompetentes la forma de presentación más frecuente de la enfermedad es la variante linfocutánea (>75% de los casos). Se caracteriza por una lesión primaria localizada generalmente en la piel de las extremidades, especialmente en manos y antebrazos. Aparece directamente en el sitio de inoculación. Esto, luego de sufrir rasguños, mordeduras o haber entrado en contacto con exudados de lesiones cutáneas presentes en el gato. En los pacientes suele tener un aspecto papulonodular y puede ulcerarse y fístulizarse con facilidad. Además -debido a que el hongo se propaga a través de vasos linfáticos adyacentes- luego aparecen lesiones secundarias que acompañan el trayecto linfático.

Los pacientes con inmunodepresión pueden padecer formas más severas y diseminadas de la enfermedad. Algunas localizaciones incluyen a los pulmones, el sistema osteoarticular o el sistema nervioso central. Esta variante infrecuente ya ha sido descrita en enfermos que además presentan: infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), diabetes mellitus, malnutrición, alcoholismo crónico, o tratamiento con inmunosupresores, entre otros.

¿Por qué se incrementaron los casos de esporotricosis en gatos y en humanos?

La epidemiología actual de la esporotricosis es un rompecabezas aún en construcción. Resta todavía conocer los determinantes que convierten a un hongo que está habituado a vivir en plantas en un parásito de mamíferos. Tampoco se han podido establecer los factores que vuelven a los gatos y humanos más susceptibles a la infección por Sporothrix brasiliensis.

Pero se cree que detrás de las crecientes estadísticas existen aspectos que incluyen: desequilibrios ambientales, el cambio climático, la vulnerabilidad social y el comportamiento de gatos en el peridomicilio.

No son estos los únicos animales capaces de transmitir la enfermedad, pero dado el rol de mascota y el contacto cercano con las personas, su participación resulta preponderante.

Tampoco queda del todo claro cómo el hongo logra traspasar fronteras y colonizar distintos países. Existen reportes anecdóticos de gatos que llegan enfermos, pero la principal vía sería a través de ratas infectadas que viajan en transportes de carga.

Piden calma

De todos modos, los profesionales de la salud humana y animal llaman a la calma y a la desdramatización de la situación. Los veterinarios piden extremar los cuidados de los gatos y la consulta precoz ante lesiones compatibles con esporotricosis. Es que las mascotas pueden ser también tratadas con antifúngicos, como por ejemplo el itraconazol. Algunas entidades científicas -como por ejemplo el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC)- piden que médicos y médicas tengan en cuenta a la esporotricosis entre sus diagnósticos diferenciales.

“Quiero contarles la verdad, de qué se trata todo esto, para que no se alarmen. Mientras más uno sabe, menos miedo tiene que tener. Esta es una enfermedad generada por un hongo y se trata con antifúngicos, por lo que existe un tratamiento. Es largo, pero hay tratamiento”, tranquiliza a sus seguidores de TikTok, la Dra. Lorena Ferreira. La profesional, se presenta como médica cirujana, especialista en inmunología clínica y titulada en la Universidad de Chile.